“Recoges la palabra
de mi sangre”

Alfonso Rubio y Rubio dedicó su escritura a los campos de la investigación filosófica, literaria y de historia del arte, a la creación poética, al ensayo y a la crítica literaria y artística. Estas son algunas muestras de su trabajo.
1PRIMAVERA
El molinero sueña
con el trigo trigueño de la molinera.
2VERANO
Tras el pesado día,
el vino y el canto.
3ESTÍO
Sol de cigarras,
luna de grillos.
4OTOÑO
El tiempo anda
entre retablos de oro.
5INVIERNO I
Recoge velas la vida
y las despliega el sueño.
6INVIERNO II

Tras las desnudas ramas
un apagado cielo.

7FRA ANGELICO

Pintor a lo divino,
mojaba sus pinceles
en la luz y el color del Paraíso.

8EL GRECO

Son tus obras,
entre luces y sombras,
jalones a Dios.

9GOYA

En su pintura negra,
un titán embrujado
amarrado a su pena.

10PICASSO
¿Fue Dios o el diablo
quién sembró en tus ojos
y espigó en tu mano?
11VAN GOGH

Tu pintura, el viento de tu pasión:
gira lunas, gira estrellas,
gira sol.

12VENÍA DE LOS VEINTE AÑOS


Venía de los veinte años...
Lo demás,
un recuerdo posado en tres rosas: 
la primera era una leve rosa de jardines,
  la segunda era una esbelta rosa de canteras, 
la tercera era de música y color 
en el poema de la liturgia y la cultura.

Nada más... Pero, de rosa a rosa, 
las primeras tertulias familiares y la escuela; 
la orfandad, el viejo seminario, mis hermanas, 
los primeros poemas 
y un vagar delicioso por las calles 
bajo las estrellas. 
Y en la arboleda de mi adolescencia, 
estudios superiores, el fútbol, 
la peña de los amigos íntimos, 
una revista literaria 
y el caballo despierto de mi sexo.

Venía de los veinte años,
y lo demás no importa. 
Lo que yo quiero contar 
ya no se ampara en las luces de las rosas,
o se ampara sólo porque jardines y canteras,
la música, el color, y la liturgia y la cultura
se hicieron carne de mi carne.

Todo fue como un leve mordisco de azucena.

Ella era una niña dulce con vocación a lirio, 
a lirio con vocación a estrella. 
La conocí, porque era hermana de mis amigos, 
y no la había conocido, 
porque en los huertos del Señor 
estaba preparando su lámpara y su aroma.

Todo fue como un sueño, 
como un vuelo, 
como un ramo apretado de jazmines.

La amé, porque hube de amarla, 
y al penetrar a su palacio, 
en la cima más alta de las nubes, 
me tocaron los ángeles el alma.

Inventé una nueva gramática 
para poder hablarle: 
un lenguaje de flores, de alas y de espumas. 
Aprendí de las fuentes, 
porque las fuentes en la noche, 
cuando las flores se han quedado solas,
las envuelven en el arrullo de su poesía alada; 
conversé con la brisa 
que me enseñó el secreto de todos los pájaros poetas. 
Fui por último al mar 
y las gaviotas coronaron mi aprendizaje.

Entonces, ¡qué espacio de luz 
poblado por liras celestiales 
se posó en mis sentidos!

Era bello vivir así, de nube en nube,
de alcoba en alcoba,
donde habitaba la niña de los lirios.

Era bello.
Lo digo con nostalgia, 
pero sin gestos románticos. 
Cuando acabó el amor 
y mis plantas hallaron el sabor de la tierra, 
no hubo amparo en la muerte, 
ni me perdí en la selva donde todo termina, 
ni siquiera pedí a la noche 
me hundiese en el olvido de la última estrella.

Entonces... Venía de los veinte años,
y lo demás no importa.

13VERTE SEÑOR

Verte, Señor, pero con otros ojos;
palparte con un tacto que te ahonde;
hallar, tras la tiniebla que te esconde,
el sol en que se abismen mis antojos.

Deja que mi querer, con los arrojos
del amor que a mi sed se corresponde,
rompa los duros límites en donde
tu mano firme colocó cerrojos.

¡Que anegado en tu ancho mediodía,
no te contemple con visión inerte,
sino te toque como toco el día:

ciego, pero sabiéndome tenerte,
arrebatado por tu melodía,
como con otros ojos, para verte!

14A MORELIA
“Voy a decir de ti lo siempre tuyo”.
Francisco Alday
Iba a decir de ti la hermosura
de tu cielo, tus bosques y colinas,
de tus flores purpúreas camelinas,
blasones de tu sobria arquitectura.

Iba a decir, la levedad y hondura
de los claros silencios con que afinas
las voces de tus fuentes cantarinas
y los sueños soñados sin premura.

Iba a decir de ti la poesía de la luz
que te enciende y te recama
y en todo lo que toca se extasía.

Iba a decir de ti historia y fama
y mi voz que segura parecía
nada pudo decir sino que te ama.
15LOS SAUCES

A capricho del aire
acarician el agua
los dedos de los sauces.

16A VECES ME BASTA TU SILENCIO

A veces me basta tu silencio,
tu frente soñadora,
tus grandes ojos negros.

A veces, sólo la tarde malva,
la luna niña..., y tu recuerdo.

17LA REALIDAD DE MI HISTORIA
Acaso la realidad de mi propia historia
no sea sino el más bello cuento de hadas
que yo he pedido desde la infancia.
18AMOR MÍO
Rosas y peces de oro
fulguran en tu nombre.
19ALTERNAS INCESANTE
Alternas incesante
en mi ávida playa
invasiones de espuma
y agua en retirada.
20COLIBRÍ

Sobre la flor,
diminuto
torbellino
tornasol.

21LAS YUCAS

Bacantes de verdes greñas
danzan las yucas
entre las breñas.

22BAJO LA COMBA AZUL

Bajo la comba azul,
una esmeralda, el campo;
la luz, un toque de oro,
y tú, la plenitud.

23BUSCANDO LA PRIMAVERA

Buscando la primavera
las palomas se buscaban.
Pero el invierno traían
prisionero bajo el ala.

24CADA DÍA INVENTO

Cada día invento para ti las palabras
que tu corazón espera: “Te amo”.

25CADA MAÑANA
Cada día invento para ti las palabras
que tu corazón espera: “Te amo”. Cada mañana se abre
con la promesa de tu encuentro.
26CANCIÓN POR LAS ADOLESCENTES

¡Es que aman la vida!
¡Mirad sus manos
con qué avidez se posan sobre el mundo,
con qué inflamado azoro
rozan la maravilla!

Amanecen sus ojos,
ese límpido azul,
al sueño original
que remueve su savia
con inviolado fuego.

Sus labios cantan.
¡Oíd su cántico virginal
encendido subir
hacia una luz más nueva!
Leves, nada saben
del escorpión ni de la furia.

Y su cuerpo
Oh tangible milagro
rosa, blanco
y el rumor de un azul que apenas brilla,
nada, nada sabe.

¡Primavera en asombro!
Ese vago anhelar
tras las tiernas colinas,
aquel desasosiego,
ese doloramor,
aquel suspiro.

¡Dejadlas, sí, dejadlas!
Son la fiesta del mundo.
Para ellas nace el sol
y estrena diariamente
el azul su prodigio.
El paisaje se hizo como eco y cristal
gozoso de su risa,
y la poesía da en ellas
su resplandor perenne.

¡Miradlas!
¡Cómo vencen el aire,
dichosas de luz!
¡Cómo van a la vida,
triunfadoras del tiempo,
dejando su contagiosa huella,
su elemental perfume,
su claridad intacta!

27CAUTIVO DE LA ARMONÍA

Cautivo de la armonía,
de la forma y el color
con que te modela el día;
discípulo del rigor
de tu sabia geometría
que en la belleza reposa.
Jamás propuse otra cosa
a mi más alta pasión
que la sola perfección
que te circunscribe, Rosa.

28COLIBRÍES

Sobre el manto de flores,
son diminutos ángeles
tornasoles.

29CÓMO ME DUELE TU NOMBRE

¡Cómo me duele tu nombre
y tu ausencia en el costado!
¡Cómo me duele el recuerdo
sobre las sienes bordado!

 

¡Cómo me duele el silencio
y cómo tiempo y espacio,
y esta tristeza encendida
en mi frente y en mis manos!

¡Cómo me duele la cárcel
de este amor deshabitado
que está gritando tu nombre
hasta deshacer mis labios!

30¿CÓMO OCURRIÓ EL MILAGRO?

¿Cómo ocurrió el milagro? No lo sé,
sólo vi a nuestro amor de pronto
en brazos de los ángeles, a salvo.

31LA LUNA

Corre conmigo,
equidistante,
la luna llena
entre los árboles.

32DÍA SIN TI

Día sin ti,
día tirado al cajón de los desperdicios.

33EN LA TARDE PUNTUAL

Versión I
La tarde se engalana
cuando un sol jovial
va engastando diamantes
en las crestas del mar

Versión II
En la tarde, puntual
engasta el sol brillantes
en las crestas del mar.

34SOL DE LA TARDE
En la azul extensión,
entre oros ambiguos,
la firma del sol.
35CUANDO TE DEJO

Cuando te dejo
ritma mi paso la voz de mi corazón
que sigue diciendo ‘te amo’.

36DIME A QUIÉN AMAS

Se pone cada quién en lo que ama.
Su amor es su verdad, limpia, desnuda,
en pura piel como la propia llama.

De todo cambio infiel Amor escuda.
Transfigurado el ser, asegurado,
quién ama de verdad ya no se muda.

Mide su corazón de lado a lado,
como mide a la tierra el sol poniente.
Ese amor que penetra su costado.

En el amor se vuelve transparente
la verdad interior, aunque se quiera
tapiar la casa y ocultar la fuente,

porque el amor es una primavera
que desborda las tapias y florece
hacia dentro lo mismo que hacia fuera.

La vida entera en el amor se ofrece
en márgenes de luz tan definidas
que en ellas todo acto trasparece.

Como en las aguas por el sol prendidas,
la luz enciende en vivos resplandores
las piedras en el fondo sumergidas.

Definido el amante en sus amores,
en el ser del amado se delata
sin velos ni reflejos mediadores.

Y porque en el amor nada recata
la verdad revelada en lo que quieres,
Esa verdad te mide y te aquilata.
"Dime a quién amas, te diré quién eres”.

37ES EL MEMBRILLO EN FLOR

Es el membrillo en flor
un carrillón de aromas
y de color.

38EN LAS LUCES DEL GÉNESIS

1

Para testigo de tus primaveras,
término y cumbre de tu alumbramiento,
de barro fértil y encendido viento,
el fruto de tus manos alfareras.

A sus ojos, luceros y lumbreras
desparramados en el firmamento,
y la virgen creación en movimiento
a sus niñas virtudes jardineras.

Por jardines y soles espaciada,
en una soledad resplandeciente,
en tus ojos descansa su mirada.

Pero rompe tu amor su propia fuente,
y aquella soledad, enamorada,
se mira en otros ojos de repente.

2

Bello de ver, el fruto prohibido
tendía su hermosura acrecentada
en la lengua venganza meditada
del arcángel en sierpe convertido.

Si por la vista, más por el oído
se filtró al corazón su llamarada.
Se miró la azucena sobornada
y el canto de la luz anochecido.

A la voz del Señor que descendía
en las alas oscuras del poniente,
la carne se hizo carne más sombría.

Tronó la maldición a la serpiente,
a tiempo que en el hombre aparecía
el estigma mortal sobre la frente.

3

Primavera de sombras, el castigo.
A su orilla, el sol de tu promesa,
campo de luz donde el amor empieza
el soñar de las viñas y del trigo.

Su derrota mastica el enemigo,
y torna su tiniebla más espesa
el canto que anticipa la proeza
de aquella flor que se nos da contigo.

El trigo sueña lo que canta el viento,
y rebosa en la vid el claro vino,
fulgor que se atesora en el sarmiento.

Abre la luz la sombra del camino,
y en ella se contemplan un momento
hombre, vid y trigal, a lo divino.
39ENTRE AGUA Y CIELO

Entre agua y cielo,
duermen las barcas
bogan mis sueños.

1ENTRE LAS ALTAS ROCAS

Entre las altas rocas,
las olas desplomadas,
en crisoles azules,
son hervores de plata.

2ERES TAN CLARA
Eres tan clara, tan nueva
como las montañas después de la lluvia.
3ESBOZO DE LA SIERRA

Me gusta sorprenderte
cuando naces al día
con tu perfil exacto:
serena, altiva, dura;
ceñida por las nubes
que recorren tu talle
con un rumor de adioses
frente a tu permanencia.

Un beso, un roce apenas de la aurora
enciende tu hermosura,
estremece tu seno
e inaugura tu risa,
pajarera de oro
que desata sus trinos.

Contemplo tus montañas,
esa música azul un coro a veces
donde el viento acrisola
su caricia más tierna
y presiden su júbilo
las virginales luces.

¿De qué secreta entraña
brotaron tus espumas?
¿Qué poderoso anhelo
sobrecogió a la tierra
y levantó sus pechos
al cielo que decoran?

Una y múltiple eres.
En el cenit te ofreces
al aire que te halaga
tal sierpe que asolea
sus azules metálicos
y eleva sus anillos,
marfil inaccesible
contra el inmóvil cielo.

Tú vives con las luces
el color de la hora.
Aconteces justísima
entre las jacarandas
de los rojos caminos
que desata el crepúsculo.
Río de clara música
avanza entre tus cumbres
del cañón en que naces
al punto en que te pierde
el horizonte mudo.

¡Qué largo beso entonces
de nubes y amapolas,
de soles y marfiles,
de azules y de oro!

Y es así como te amo:
empurpurada o loca,
trágicamente exangüe
al último destello
de tu amante encendido,
hasta que nada alienta
bajo el perdido cielo,
y tú misma, lejana,
dulcemente enigmática,
vas mandando luceros
a la ciudad dormida.
4TELARAÑA
Es, al fulgor del alba,
un pectoral de perlas
la telaraña.
5EXTRAÑO TU TERNURA

Extraño tu ternura:
ese inmenso asilo
para mi pasión náufraga.

6HOY ME DUELE EL AMOR

Hoy me duele el amor.
Me dueles tú
en esta noche sin párpados.

7HE DISPUESTO MI SILENCIO
He dispuesto mi silencio
para que me invada tu rumor.
8ESTA TARDE DE OTOÑO

Gracias, Dios mío,
por este azul,
por estos verdes,
por estos oros.
Gracias por la hermosura
con que tus ojos pintan
esta tarde de otoño.

9JARDINES
1

Antes de nuestro encuentro,
en la era
de las fábulas blancas y los cuentos,
cuando tú seriamente soñabas
ser alumna de pájaros
y hermana del viento.

Antes de que a tu azoro
se elevara purísimo
el canto del jilguero,
cuando tú sólo eras
leve seno de lirio
breve cáliz abierto a los luceros;

entonces, en el límite exacto
del jardín de tus sueños,
cuando las azucenas
bañaban su corola en tus imperios,
sorprendían mis ojos la delicia
de otro jardín inédito
donde la luna celebraba nupcias
con las rosas intactas del deseo.

2

Eso era allá, en el jardín
donde se ahondan los recuerdos;
cuando la vida era
un pequeño soñar, un ocio dulce
bajo el designio claro de los dioses.

Allá era todo:
el rumoroso reino del silencio,
el corazón abierto a la ternura
y al encanto del mundo,
a la dulce canción de los luceros.
Allá, el aroma virgen de los flores,
el trinar de los pájaros,
el rodar y el olvido de los cielos.

Allá quedó el deseo,
su selva, su espiral, el mudo asombro,
la sorpresa y el vértigo encendido
que elevaba mi voz a las estrellas
por milagrosos árboles de fuego.

Y luego, el caminar ya sin orillas,
hecho sombras y luces el sendero,
con la canción al hombro, o florecida
en el bordón poeta del romero.
10LA CATEDRAL

La catedral
es un navío encallado
en arrecifes de coral.

11LA LUNA LLENA

Linda y coqueta,
sale y se esconde
la luna llena.

12LA FUENTE

La fuente
por las mañanas;
regocijo de pájaros
y alborozo del agua.

13LA TORMENTA SE ESFUMA

La tormenta se esfuma.
Tendidos quedamos
en la molicie blanca de la espuma.

14LEVE

Leve, sin más peso
que esa dicha -en la que no crees-
reflejada en tus ojos nostálgicos.

15LO QUE DIGO ES AMOR

Lo que digo es amor. De amor se fía
cada palabra que a tu ser ordeno;
por amor la libero o encadeno
y en amor te la entrego, tuya y mía.

16ME HUNDO EN TU FRESCURA

Me hundo en tu frescura
como en aquel aljibe
hallado entre pinares
una mañana de mi adolescencia.

17ME GUSTA TU MISTERIO
Me gusta tu misterio
pensativa, en la tarde violeta.
18TUS JARDINES

Más allá de los almocárabes del pórtico,
una suave penumbra aromada de mirtos...
son tus jardines.

19LUNA DE HORAS
1

¿A qué cielo olvidado,
a qué ciudad de luz entre azucenas,
a qué imperio de estrellas,
a qué ronda de nubes sosegadas
conduces mis sentidos,
me arrastra tu delicia?

Eres sólo un recuerdo, y me transportas
al olvido perfecto
sin conciencia de mí,
como hechizado ante tu clara imagen
de la que ya no soy sino fragmento,
una palabra sola
que me lleva en su fuga a poseerte.

Y voy en este cauce
dispersando las sombras,
rescatando las luces de mi nombre,
escultura de música en tus labios.

Porque yo llego a ser en este sueño
el sueño de tus vírgenes colinas,
una sed perdurable de ternura
encendida en tus ojos,
inventando la forma de mi nombre.

Como tú serás siempre,
núbil adolescente
de cristal y de música,
así te miro clara
en tu puro contorno contenida,
llenando mi memoria.

Eres tal una viva resonancia
en el concierto de mis claras horas,
breve río de luz
traspasando mis sienes,
inundando mis ojos con tus aguas,
una luna de flores en olvido.

Aunque la fuga sea
un instante nomás, porque te pierdes,
virgen hecha de luz entre las luces.

2

¡Que se cierren, amor, todas las alas
y las rosas más bellas se desaten!
¡Que se detenga el tiempo, y que la noche
en su seno recoja mi ternura
y tu ternura, Amor, en despedida!

No quiero más verdad que tu mirada
a mis ojos sin límite abierta:
la verdad de tu cuerpo iluminado,
la verdad de tu alma estremecida,
tu verdad, ya tan mía en esta hora
que pretendo alargar inútilmente.

Porque, a pesar de todo, es cierto:
no hay cadenas de rosas ni jacintos
para cerrar el vuelo de la noche.

Blando jardín que florecido en rosas
recoges la palabra de mi sangre
y la llevas al último lucero;
jardín de rosaluz en el otoño,
con la luna en la flor anochecido
y el inédito aroma de sus labios
en la espera dormidos y seguros,
guarda en ti esta hora ya cumplida,
en tu silencio vegetal perfecta.

3

Ya mis ojos, sin luz, ante el paisaje;
ya el paisaje, sin voz ante tu nombre,
y mi nombre, rota palabra al viento
junto al arco sonoro de la fuente,
ya solo, entre las rosas, sin tu nombre.

4

Mi ser, junto a tus luces,
en la nube de olvido, a donde tú,
estrella solitaria, lo llevaste.

¿Cómo saber mi nombre,
perdido en esta sombra,
extraña como nunca?

Te perdiste en la aurora.

Me perdiste.
Busco tu imagen,
la luna donde yo, sólo tuyo,
me recuerdo.
Tu cristal y tu música.
Ahí me reconozco,
navegando en tus nubes,
ascendiendo hacía ti,
junto a ti, en tu sueño, en tu olvido,
siempre.

5

Ven, tiende tu escala,
derrama tus hechizos.
Ráptame en espiral de música y de alas.
Llévame en torbellino, en vértigo,
en ascensión gloriosa a tu delicia,
oh virgen solitaria.
Hazme perder esta conciencia oscura
que me aleja de ti.
Sacia mi sed, el hondo anhelo,
el unánime afán de poseerte.
Apaga el duro grito de mi sangre,
y condúceme fiel a tu regazo,
claro destino cierto a mi existencia.
20NO ES EL RECUERDO

No es el recuerdo, a pesar de verte
rosas tus piedras, rosas tus jardines
reflejada entre musgos y verdines
de un agua que atesora lo que advierte.

No es el recuerdo, en el que tenerte
sería ya volar de serafines
y música de violas y violines
concertada en la vida y en la muerte.

Es algo más; un algo tan de veras,
que no pueden fingirlo tus canteras
ni la música y vuelo a que me obligo;

algo que, trascendiendo primaveras,
derrota mi conciencia de testigo
y me pide decirte lo que digo.

21NADA PROPONE EL MAR

Nada propone el mar sino su quieta
hermosura. Un aire manso y fino
riza apenas su piel, y en cristalino
juego las luces vierten su paleta.

Verde inicial con índigo y violeta,
después un malva que deriva a vino,
y al final un azul ultramarino
en que el curvo horizonte se concreta.

El litoral levanta corredores
de rojizas montañas oxidadas
que agigantan minúsculos alcores.

Pero hacia el mar retornan las miradas,
hacia el juego de brillos y colores
en que las luces siguen obstinadas.

22MI VOZ A VIENTO Y FLOR
Mi voz a viento y flor bajo tu cielo,
imponderable abril, rosa certera,
donde a tiempo le das la primavera
y señalas caminos a su vuelo.

Tu generosa lumbre borra el duelo
del silencio, mi pena verdadera,
y mi voz, en tu gracia volandera,
se espacia por los oros de tu velo.

A viento y flor, en giro de palomas,
mis anhelos en clara desbandada
apoyan el recuerdo en tus aromas.

Por caminos de luz, mi voz hallada
recoge los instantes en que asomas
tu rostro a mi memoria recobrada.
23ME RETAS Y ME IRRITAS

Me retas y me irritas
con tu burlón cricrí,
jugando a las escondidas.

24NOCTURNO EN LIRAS (Homenaje a Manuel Acuña)
1

Los ojos fugitivos
persiguen tu pasión y luces netas
y se quedan cautivos
en las moradas vetas
de tu perfil, en cárcel de violetas.

No hay luces sobornadas...
En el designio de tu fija muerte,
ráfagas azoradas
sobre el papel inerte
se cruzan desoladas para verte.

Mi pulso desgarrado
va grabando su música en la lira,
y en ella ha desposado
el aire que suspira
y la selva sangrante que delira.

En giro paralelo
a tu triste Nocturno desceñido.
Por el llameante cielo
mi canto estremecido
invoco la raíz de tu gemido.

2

El devorante fuego,
el frenético amor y sus cadenas,
el abrazado ruego
sobre las azucenas
impasibles, altivas y serenas.

¿Quién me dará la clave
de tu voz, primavera suspendida?
¿En qué secreta nave
tu rosa oscurecida
lavará los cristales de su herida?

Si tuyo era el camino,
si en tus labios el alba florecía,
si en el delgado trino
de tu melancolía
soñaba eternidad la poesía,

¿a qué furioso viento
expusiste tu leve arquitectura,
qué obstinado tormento,
qué cruel quemadura
dañó con lumbre ciega tu figura?

Larga desesperanza,
en vilo de un insomne claroscuro
en el marfil afianza
la oscuridad del muro,
la lividez de tu desnudo puro.

3

El adiós agorero
en hondones de duelo se reclina
y es amargo venero,
inagotable mina
que a tenebrosa soledad declina.
Surcos de desconsuelo,
sobre luna y coral en agonía,
confinan el anhelo
a oscuridad vacía,
a orillas de la sombra más sombría.
Y el torso calcinado,
sin una sabia luz gobernadora,
se hunde alucinado,
al margen de la aurora,
en la rota tiniebla acechadora.

25PRENDE EL OTOÑO
Prende el otoño
sus oros en los árboles,
corre en ondas doradas por el valle,
se contempla en la luz
de los altos bancales,
se absorbe en el misterio de tu rostro
y de la tarde.
26PENSANDO EN TI
Pensando en ti,
hice de mi jardín
una trampa de estrellas.
27POR EL CAMINO DEL TRIGO

Por el camino del trigo
dime que vendrás conmigo.
Por el camino del trigo,
a solas y sin testigo.

28¡PRIMAVERA, DIOS MÍO!
¡Primavera, Dios mío!
¡Qué explosión de verdores!
¡Qué profusión de brillos!
29DECIR ADIÓS, AMIGOS (versión de 1986)
Decir adiós, amigos, es comprobar en alma y cuerpo el poder de la distancia,
es estar en el límite preciso que separa la presencia y la nostalgia,
es encontrar la fuente misma de la tristeza, del dolor y de las lágrimas,
es tener un certero anticipo del sonido de la última campana,
es buscar la dulzura de la luna y encontrar en su luz el agua amarga,
es sentir que en un juego cambia lirios la noche por durísimas espadas,
es entender el tiempo que silencioso ha trabajado en nuestras almas,
es apreciar el gesto deportivo de lanzar contra el tiempo nuestras anclas,
es querer con angustia tormentosa apoyar en el cielo la esperanza
y cambiar el sentido del adiós postrimero por un simple “hasta mañana”.

Decir adiós es mirar en las sombras nuestro cuerpo poblado de amargura,
es pedir al ensueño tercamente el remedio preciso a nuestra angustia,
es presentir en un abismo claro la soledad de muchas noches juntas,
es pretender cerrar las alas de la noche y detener el vuelo de la luna
y eternizar el último momento colmado de amor y de ternura,
es soñar en volver y, al mismo tiempo sentir el escorpión de nuestra duda,
es tocar sin querer el débil muro que separa el amor de la locura,
es naufragar entre los barcos fijos que silenciosos por el alma cruzan,
es salir de la luz a la zozobra que hace la noche negra más oscura,
pero es también hallar la puerta abierta a la pasión que en amor se transfigura.

Decir adiós, amigos, es encontrar el pulso exacto de la muerte y de la vida,
es abrir nuestro pecho y medir dulcemente la razón de las heridas,
es buscar el sentido y aferrarse a una ilusión eternamente viva,

es pedir a la rosa, actual en su virtud, el oculto secreto de la brisa,
es ver surcado el corazón con el vuelo de palabras infinitas,
es admirar la elocuencia del silencio entre dos ilusiones sostenida,
es dialogar sobre una historia que se refleja fielmente en las pupilas,
es contemplar el mar y sentir desde la tierra la nostalgia de la orilla.
Es levantar en el dolor una promesa en el silencio recogida
y hallar en la promesa reiterada la más ingenua y pura de las dichas.

Decir adiós es saber cómo nace en el costado el dolor de las ausencias,
es recoger y atesorar bajo la frente el rumor del rosal y las estrellas,
es entender la queja de los ríos enamorados de sus dos riberas,
es descifrar la voz de las gaviotas cuando pasan perdidas por la tierra,
es ignorar por qué las golondrinas siempre encuentran al fin la primavera
y también anhelar ser golondrina para volver un día como ellas,
es saber por qué lloran los marinos su tristeza y dolor en las tabernas
es sentir en un golpe los inviernos que escondían nuestras manos prisioneras,
es evocar hacia el futuro incierto un vivir sin objeto que lo mueva
y es pedir, sobre todo, a DIOS, calladamente, el cuidado de la vida que se queda.
30SI NO POR TUS OJOS

Si no por tus ojos, di,
¿por qué causa me perdí?

 

Si por tus ojos no fue,
¿cómo y dónde me hallaré?

31TE DERRAMAS SOBRE MÍ
Te derramas sobre mí
como sobre el paisaje la flor del durazno
en las orillas de la primavera.
32TE ESPERÉ
Te esperé,
te invoqué,
te conjuré...
¡Todo en vano!
Mañana te hablaré de la boca del infierno.
33VIENEN POR EL TORRENTE
Versión I
Náyades distraídas
se precipitan
entre cortinas
de cristal y de plata.

Versión II

Vienen por el torrente
de la grácil cascada
Náyades distraídas
que perdieron pisada.
34ZARPA UN BARCO

Zarpa un barco entre brumas
con su velamen de oro:
se va el otoño.

35BAMBÚ
Verdes estrellas
nacieron al espacio...
Brotó el bambú.
36DESPEDIDA
Pero esto no es un decir “adiós”, amigos.
Nunca se dice “adiós” a lo que se ha hecho
Sustancia y vida de nosotros.
Como antes la familia, y después la ciudad y la patria.

¿Cómo decir “adiós” a nuestra casa,
Si sus raíces crecen de la mitad del pecho
Y en sus aguas bebimos la sangre que nos corre?
¿Cómo decir “adiós” a lo que está en nosotros:
El padre y los abuelos, y la presencia enorme de la mujer:
Esa mano que induce y esa huella que guía?
Rosa del corazón, va con nosotros,
A flor de nuestra piel, respirando en los labios,
Fluyendo por las venas y abierta en nuestros ojos.
¿Cómo decirle “adiós”, si es solar de la fe
y patria del anhelo?

No es posible tampoco el “adiós” a la patria
Ni el “adiós” a la tierra.
Fácilmente se dice: mi pueblo es un olvido:
La catedral, el bosque, una luna en jardines,
Una niña asomada en balcones de sueño.

Pero hay algo que nos grita,
Un temblor en la sangre, un árbol en la voz,
Un dolor en los huesos.
Es la tierra en nosotros: en nuestro ver el mundo,
Nuestro afrontar la vida, nuestro acunar los sueños.

Por eso, amigos, porque hay algo
De ciudad y familia en la escuela,
No puedo decir “adiós”.

Como la sangre clama por la sangre,
Como la tierra clama por la tierra,
Así el espíritu clama por el espíritu.
Vosotros y nosotros somos la propia escuela:
Espíritus ligados por la piel de este amor,
Por la cal de un destino común
Y de una historia unánime.

Aquí, en estos muros, queda algo de vosotros:
Un fragmento de historia, vuestra fe, vuestro amor,
Vuestra esperanza, vuestro dolor
Esa dura moneda que exige toda la ciencia.

Las piedras arman la estructura;
Pero es el alma sola, únicamente el alma,
Quién imprime su fuerza y da rostro a la escuela.
Sólo por ella cobran sentido nuestros pasos,
Los pasos de vosotros que seguirán sonando
Por lejos que transiten vuestros pies materiales.

Es vuestra alma, amigos, el alma de nosotros:
De los que ya os vais, de los que aún quedamos.

Porque las obras crecen como crecen los reinos:
Nutridas por la sangre, por el amor callado
Que se empeña en su gloria.

Todos dejamos algo:
Una breve semilla que germinó
O que duerme, en espera de su estación propicia.

Porque en amor no hay pérdida.
Nunca se pierde el llanto, ni el sudor, ni el esfuerzo
Que del amor son hijos.

Por eso, en este tronco que el amor ha fundado,
Os quedáis con nosotros.
En él os retenemos.

Podréis decir más tarde: mi escuela es un recuerdo.
Se alzaba en el oriente de un luminoso valle
Con murallas azules,
Florecidas de malvas en los atardeceres
Y doradas violetas en la luna incipiente.

Recuerdo sus jardines, sus edificios rosa,
La avidez de futuro con que irrumpía a la vida.
Había un espejo de agua donde caían mis sueños,
Las nubes navegantes y un monte sinaítico.

Mi escuela es un recuerdo:
Inolvidable ronda de horas y de días
Que iba enlazando estudios, amistades, noviazgos
A las altas espigas de una ilusión abierta.

Podréis decir todo eso, sintiendo la nostalgia
Y una oquedad enorme brotando del costado.

Pero ya os lo he dicho:
La escuela es algo más que un simple recuerdo
O una nostalgia enternecida.
No se irá con vosotros acompañándoos como una sombra.
Sino hecha sustancia y vida, convicción entrañable,
Actitud ante el Bien, la Verdad, la Belleza,
Escritas con mayúsculas.
Porque la escuela es una idea
Que ha engendrado en vosotros.
Una idea del hombre arraigada en la carne,
Recosida en los huesos,
Fundida en las entrañas de vuestro propio espíritu.
Sólo por esta idea se os aclara el mundo
Y encontráis vuestro puesto.

Como un árbol, cuyas raíces se hunden
En la opacidad de la tierra
Y cuyas ramas más altas
Topan con el misterio de las constelaciones
En el cielo profundo,
Así es el hombre:
Puente entre cielo y tierra.

Como el viejo rey Midas que en oro convertía
Lo que tocaban sus manos,
Así es el hombre: espíritu
Que transfigura de espíritu las cosas
Y llenas de su espíritu las retorna a su fuente.

En esta luz distinta,
Cobran relieve justo todas nuestras tareas:
La técnica, el trabajo, la ciencia, la política;
Y el arte y la cultura y la vida y la muerte.
Porque el mundo sigue siendo el Jardín de la Biblia,
Porque el hombre sigue siendo el mismo jardinero.
Porque Dios sigue siendo.

Por ello, también, amigos, en este azul que no pasa,
El hombre no es sospecha ni recelo del hombre,
No es miopía parcelaria, ni cerrado egoísmo,
Ni lucha por la vida,
Sino entrega y colaboración
Y amor y sacrificio.

En esta idea del hombre
Una fe se os ha dado;
Por esta idea del hombre, se os ha ejercitado
En una disciplina de amor y de esperanza,
Y en el uso de la libertad
Habéis sido entrenados.
Conocéis la excelencia y el límite del hombre,
Su responsabilidad ante Dios y la patria.
Ya sabéis que en la lucha por la paz y el orden
Sólo hay un arma válida:
La recta que señala vuestra integridad interior.

Comprenderéis, entonces, por qué decía al principio
Que esto no era un decir “adiós”.
Hay algo ciertamente: un dividirse físico;
Como el hijo que se desprende del seno materno
E inaugura sus ojos en un azul distinto,
Pero en el hijo se trascienden los padres
Y en sus pensamientos y actos se revelan;
Así también la escuela, fundada en vuestro espíritu,
Se trasciende en vosotros:
Alienta en vuestro ideal,
Se acusa en vuestros actos.
En vosotros derrama la claridad y el brillo
De su propio prestigio.

Llevadla, pues, amigos,
Fluyendo en vuestra sangre, abierta en vuestros ojos,
A la mitad del pecho como la propia casa.
En vuestras manos queda la luz de su decoro.
Y ahora vamos a separarnos.
Ha llegado el momento a que habéis inmolado
Vuestra impaciencia,
Vuestro dolor y esfuerzo.

Una luz nueva enciende en su llamado
Vuestro futuro estricto.
Atended a su voz. Marchaos.
Porque, en definitiva, amigos,
Os quedáis en la escuela
Y ella va con vosotros.

37LAGO DE PÁTZCUARO
De primeras, el Lago de Pátzcuaro es para el espíritu una tentación de panteísmo animista. Todos los elementos de la naturaleza viven y se ordenan en un paisaje de insólita armonía. Luz y color modelan las formas y rigen las variaciones de su ritmo sintáctico en una secreta y permanente conspiración para la hermosura. Mojan las montañas sus pies en el azul acerado de las aguas o se retiran de la orilla para que se agrupen en ella los pintorescos caseríos, posados entre el naranja y el ocre de las tierras y los verdes de la vegetación alpina.

En la intimidad del lago, las islas emergen entre el verdor de los juncales y reflejan en el turquesa de las aguas los blancos y cinabrios de sus chozas humildes.

El aire es fino, y la brisa, delgada y aromática.

Hasta los datos humanos como en las pinturas de Brueghel el Viejo son elementos del paisaje, notas estéticas que magnifican y ensanchan la visión de un cuadro sin confines. Allá, entre las islas, sobre la tersa lámina de plata, el movimiento, apenas perceptible, de las canoas trajineras.

Insensiblemente, el alma se deja penetrar, invadir por la magia de la naturaleza, perdiéndose en la delicia de una honda comunión con este universo que parece soñarse a sí mismo.

Después, los pueblecitos escalonan sus sorpresas; no se entregan de pronto, sino que administran sus dádivas a la avidez de los ojos: huertos y sementeras, ilustrados con chozas campesinas y trojes solitarias: callejas apacibles que engarzan en su recorrido, bajo el vuelo de los aleros y el mar de los tejados, casitas enjalbegadas, rincones silenciosos, plazas frondosas, iglesias vetustas y jardinillos recatados. Callejuelas siempre atractivas, que corren hacia la libertad del campo, ascienden sin fatiga a los verdes alcores, bajan con mansedumbre a los trémulos juncales o se detienen suspendidas ante la gracia humilde de una fuente centenaria, de una tapia florida o de un muro encalado.

Zurumútaro, Tzintzuntzan, Ihuatzio, Santa Fe, Purenchécuaro, Tziróndaro, Erongarícuaro, Uricho, Jarácuaro, Uranden, Yunuén, la Pacanda, Janitzio: nomenclatura musical de una geografía poética que canta en la sucesión de los nombres su doble estirpe indígena y cristiana.

La visión se ahonda al adentrarse al mundo de lo humano al corazón de este universo fascinante y ejemplar. Fluye la vida, agitada apenas en la intimidad de los pueblos, cantando laboriosa en la cuadrícula de los campos o esparciendo el sueño de los pescadores en el sosiego del lago.

Se diría que estos pueblecitos están anclados en lo eterno, decantados en un sueño en el que el sucederse de las noches y los días tiene el sentido de una peripecia estética.
Es, nuevamente, la magia de la luz, su aventura sobre el lago, sobre el campo, sobre las montañas, sobre árboles, muros y callejas, desde la azul neblina de los amaneceres hasta el áureo desgarramiento del cielo en los crepúsculos.

Un ancestral espíritu comunitario preside la vida de la región lacustre. Trasunto, sin duda, del más remoto pasado de la historia prehispánica, fue transfigurado, vigorizándose con su dulzura, por aquel cristianismo, difundido con paternal amor, a través de la acción apostólica y civilizadora de su primer obispo, Don Vasco de Quiroga. Este cristianismo, vivido con la sencillez y pureza de los tiempos evangélicos sueño ferviente que realizó en América la utopía de Santo Tomás Moro, supo no sólo incorporar, sino asumir ritos vetustos, antiguas ceremonias que hoy asombran todavía por su belleza y profundidad.

La participación en su recóndito misterio, en el marco de este paisaje en que lo prodigioso es un estado natural, es una experiencia en que se hace patente lo absoluto, vencida la frontera de lo contingente y circunstancial.

Una de estas ceremonias colectivas es la conmemoración de
los fieles difuntos.

Al terminar la festividad de Todos los Santos, en el comienzo mismo del dos de noviembre, a mitad de la noche, se tiene la impresión de que vuelven a arder multiplicados en las islas y en los pueblos ribereños, los fuegos que debieron llenar durante siglos con sus resplandores de oro las aguas de la laguna. Pero estos fuegos no arden ya en honor de los dioses antiguos. Su simbolismo es la afirmación de la unidad colectiva de vivos y muertos en el seno de la ecumene humana.

El dramatismo estético y religioso de esta hondísima evocación de los ancestros se magnifica en la isla de Janitzio, que es, entre las pequeñas islas, la sonrisa del lago. Aldea de pescadores, asoma su caserío a través de los dorados listones de las jarcias y los finos encajes de las redes que cuelgan al sol.

Desde la mansa orilla del embarcadero, la vista acompaña las callecitas triscadoras que saltan por escalones o serpean por rampas de fino empedrado hasta llegar a la cima donde la enorme estatua de Morelos se empeña en desgarrar la belleza de la visión.

Es, además, un mirador espléndido de la comarca entera.

En la vigilia del día de los muertos, Janitzio es, sin embargo, un balcón al misterio.

Escenario y ceremonia son inolvidables. El colorido de las ofrendas; el desarrollo paulatino del ritual evocativo que va llenando de luces el humilde cementerio; el recogimiento profundo de los ceremoniantes envuelto por los resplandores rojizos de las luminarias; el murmurio de los rezos; pero, sobre todo, el canto colectivo que une al pueblo entero y hace resonar en el espíritu toda la historia de la religiosidad humana. Es, en ese momento, cuando se anulan el tiempo y el espacio. Lo episódico se hace universal y, como en la más alta experiencia mística, se penetra aunque sea sólo un momento, en el universo de lo Absoluto.

38SITUADO EN EL BORDE DE TU ADIÓS
Situado en el borde de tu adiós irrevocable, he tocado el muro
de la desesperación.
El mundo se me ha tornado ambiguo y los signos han perdido
su univocidad.

¿Por qué tras la dádiva, la herida; tras la plenitud, la sed;
tras el éxtasis, la ceniza?

Me pregunto por el sentido de una experiencia unitiva irrepetible,
que fue al mismo tiempo escondrijo de la separación y vientre
de la muerte.

Demando al Amor y me cuestiono a mí mismo.

¿Quién soy, en definitiva, Dios mío? ¿Soy yo, este yo interrogante, dividido,
el mismo que tocó hace sólo un momento la cima de la felicidad?

¿Qué mano determinó nuestro encuentro cuando ya los labios pronunciaban el adiós definitivo, en aquel cruce de trayectorias sin detención posible, pero suficiente para ofrecer en el momento de la coincidencia el vislumbre de una unidad de destino y el disfrute de la dicha más alta?

Revivo mi delirio: algo como un bellísimo día, encontrado de pronto;
algo como el hallazgo de la palabra buscada desde siempre.

Instante de plenitud que reconstruyo como una melodía, registrando las modulaciones y silencios de su ternura infinita. Minuto único que trascendió el dominio de la temporalidad para insertarse en el reino de la simultaneidad, de lo eterno. Instante que abolió todas las categorías, en que no hubo ni tú ni yo; ni tuyo ni mía; ni aquí ni allá;
ni ayer, ni ahora, ni mañana.

Este minuto me retiene para siempre en la unidad alcanzada; prolonga su luz y la decanta sobre mi historicidad. Minuto que me hace decir: “En el Principio eras tú”, porque la súbita revelación, el fulgurante reconocimiento cobra una validez eterna al margen de mi duración.

Y soy, sin embargo, este hombre desesperado, detenido en la orilla, exilado de la felicidad.

39MENSAJE DE ANIVERSARIO

La historia del hombre es como el mar.


Las olas van y vienen,
fluyen y refluyen.
Pasan.
Pero nada se pierde.
Todo queda en la memoria del mar.

Y así, los años y los siglos.
Edades tras edades en el fluir de las generaciones.
Mas, en la obra del hombre, el hombre sobrevive.

Signo de nuestra duración,
la obra funda al hombre en el tiempo.
Nos perpetúa.
Como el padre es fundado por el hijo en quién pervive.

Toda historia es futuro,
y el presente es también fundación del porvenir.

El hombre inventa al hombre.
Lo hace, haciéndose camino,
escala para la ascensión.
Vida.

Fe y Esperanza, virtudes teologales,
se constituyen en virtudes de la historia,
junto al Amor,
“Che move il sol e l’altre stelle”.

Medida del futuro es el Amor.
Porque la Caridad es la Verdad del hombre,
agente y paciente de la historia.
Toda historia es futuro.
Lo que le da sentido es el porvenir del mundo,
el destino del hombre.
Por ello, toda obra humana
cuenta en la cuenta de la civilización y la cultura.

Desde sus días aurorales,
hemos visto al hombre
pastoreando bajo cielos hostiles,
recolectando el trigo,
naciendo al mundo del arte, junto al fuego,
abriendo mitologías en las estrellas,
cultivando signos,
leyendo el rostro de las cosas.
Hay un solo designio en la historia del hombre:
ascensión hacia su libertad,
ascensión que lleva asociados el dominio y la perfección del mundo.

Vienen y van las olas,
y, como ellas, pasan las generaciones.
Mueren los hombres.
Moriremos nosotros.

Mas, ¿qué importa nuestra muerte
si nace el hombre, nuestro hijo?
El hombre lleva al hombre.
Y el impulso que perdura es uno y el mismo.

Y una y la misma es la sed de perfección.
Y uno y el mismo es el ascenso hacia la libertad.
Una vez más, lo decisivo es la redondez de la creación.
En la fisonomía que imprime a su obra
está la identidad del hombre.
Miremos al hombre inventado por el hombre.
Porque no basta la pura sed y el solo impulso.

Es preciso construir a su depositario.
Hacerlo escala y vía.
Libertad creadora.
Jardinero del mundo.
Operario del espíritu.

Obrero de Dios.
Esta es nuestra visión del hombre y de su historia.
Esta es nuestra filosofía de la educación.

Incorporado a la gran tarea,
participando en ella con el signo de México,
tal ha sido la vida del Instituto en sus diez años de empeño.
Forjar al hombre.

Hacerlo depositario de esta sed,
engendrarlo en el amor,
confortarlo en la fe,
disciplinario en la esperanza,
darle conciencia de ser corresponsable en una tarea total y única.

Que cuando más tarde se le interrogue sobre su dádiva a los hombres,
tenga su respuesta el sentido de las palabras que Saint-Exupery pone en labios del geómetra:
“-¿Qué di a los hombres? Jardinero de un jardín de signos,
soy su parte de meditación sobre los triángulos”.

Sabiduría de amor, de colaboración y de servicio.
Diez años quedan atrás.
Pero no es el pasado el que nos interesa.
Porque hemos comprometido nuestro amor
en la esperanza de lo porvenir.

Muchos alumnos han pasado.
Alumnos y maestros pasarán en el fluir y refluir de las edades.
Son las olas.
Pero es ya también, ciertamente, la memoria del mar.